Noticias de la Política
Históricamente siempre se ha acudido a la propuesta de dividir los departamentos existentes en el país con el argumento de generar mayor gobernabilidad, mayor independencia, combatir el centralismo, controlar la corrupción y generar mejores condiciones de vida de sus ciudadanos.
Generalmente, la creación de un nuevo departamento parte de las diferencias locales frente al manejo centralista y concentrado que la dirigencia gobernante le ha dado a la costa pacífica.
Ejemplo de ello es la precaria infraestructura vial, de servicios sanitarios, de servicios públicos como el de energía y el abandono del puerto. Otras quejas tienen que ver con la corrupción, con el control territorial por fuerzas criminales y la poca inversión social. También, se argumenta el tema racial y el desempleo de la juventud.
La rivalidad entre la sierra y la costa ha ido escalando por la ausencia de gobernantes de Nariño procedentes de la costa.
En general, las rivalidades son enfocadas en contra del centralismo de Pasto que fue alimentando silenciosamente una cierta animadversión que se ha hecho patente con la presentación de un acto legislativo en el congreso colombiano para crear el “departamento del pacifico” que integraría municipios de Nariño, Cauca, Valle y Choco.
Este acto legislativo a consideración del congreso es el comienzo de la lucha separatista encabezada por políticos de corta visión que creen que esta es la manera de resolver la marginalización de esta región colombiana que siempre ha estado subsumida en un contexto de doble atraso.
Las pretensiones de autonomía del “departamento del pacifico” se basan en la concentración administrativa, el marginamiento y la pobreza de los habitantes de la costa del pacifico nariñense. Pero sobre todo esta iniciativa nace de la idea incubada por una clase dirigente con deseos de acceder al poder político no para el progreso de la región, sino para una camarilla que les permita tener un número de senadores y representantes en el desprestigiado congreso nacional. Pareciera que esta iniciativa se basa en la idea que, si se cuenta con el poder político representado en el manejo jurisdiccional los recursos provenientes de la participación general de la nación estaría directamente en las manos de los segregacionistas.
Entonces, parece que lo importante es tener congresistas propios derivados de la segregación a pesar de no ser la solución del atraso histórico de la costa. Esta iniciativa de unos politiqueros es desconocida por la inmensa mayoría de la población de los cuatro departamentos que perderían su territorio y que seguramente no cuenta con los requisitos constitucionales para su aprobación porque no ha sido un proceso participativo, sino la iniciativa de una camarilla ambiciosa de riqueza y poder político que les permita tener su propia circunscripción electoral.
En el siglo pasado, se crearon los departamentos de Risaralda, Quindío y Caldas. También, el departamento de Cesar. Carlos lleras restrepo firmo la desintegración del denominado “Gran Caldas” para satisfacer las exigencias de los caciques del denominado eje cafetero. El mismo Lleras participo en la firma del departamento del Cesar solo para darle gusto al político Alfonso López Michelsen como su primer gobernador. Siempre se ha argumentado que la división territorial de micro departamentos permitiría jalonar mayores recursos para mejorar la calidad de vida de la población.
Toda experiencia separatista surge de la combinación de factores económicos, políticos, sociales y culturales. Algunos de los principales motivos incluyen: soberanía territorial, algunos dirigentes políticos creen que no pueden tomar decisiones independientes porque tienen que someterse al centralismo del Cauca, del Valle, de Nariño y el Choco. Sin embargo, el debate sobre si desintegrar cuatro departamentos consolidados durante muchos años es beneficioso para sus respectivos habitantes no se ha dado y se ha llevado esta iniciativa de manera clandestina.
En efecto, los pocos habitantes que conocen de la iniciativa legislativa dicen ver esta propuesta como una protesta en contra del centralismo nacional que ha abandonado a la periferia.Si hipotéticamente fuera factible la desintegración de los numerosos municipios para constituir el nuevo departamento, tendría que enfrentar en el corto, mediano y largo plazo las barreras de no contar con instituciones incluyentes, talento humano preparado para afrontar las obligaciones que implica ser un territorio departamental.
Además, se incrementaría el éxodo del talento humano calificado porque el caos y la incertidumbre se adueñarían del territorio, perdiendo de esta manera a importantes académicos o también, inversionistas especialmente en la banca y los servicios financieros.
Es de esperar que cuando la ciudadanía conozca de esta descabellada propuesta de la camarilla politiquera se generaran tensiones en el departamento de Nariño porque si es necesario se tendrá que ir a un referéndum para conocer la opinión de sus habitantes que en su gran mayoría verían como una amenaza la separación de gran parte del territorio departamental para pasar a un experimento politiquero. Nariño ya fue separado de lo que antes se conociera como la intendencia del Putumayo y ahora departamento.
A pesar de tener el Putumayo un estatus de departamento es evidente que no ha podido resolver problemas como la violencia, la pobreza, la marginalización y la proliferación de cultivos de uso ilícito. Los desafíos que tendría que enfrentar el nuevo territorio van desde la escasez de la mano de obra en sectores como la agricultura, la construcción, la salud, etc., por la disminución de su población que estaría dispuesta a marcharse al centro del país.
Las consecuencias de la creación de un nuevo departamento a través de la desintegración de cuatro departamentos serian complejas porque una región tan marginada en todos sus campos no estaría en la disponibilidad de asumir las responsabilidades establecidas en la constitución.
Esta aventura buscada por una camarilla de politiqueros costeros solo esta pensada en echarle mano a los recursos de las transferencias nacionales sin impórtales el daño que se generaría para todos sus habitantes. Al contrario de esta visión cortoplacista y oportunista lo que se debe hacer es consolidar el territorio para conseguir mejores respuestas del gobierno nacional. Solo para citar como ejemplo, Nariño ya tuvo un gobernador procedente de la costa y los resultados fueron tan desastrosos que hubo la necesidad de hacer una reestructuración total de la gobernación para resolver problemas de toda índole. El actual gobernador, procedente de la costa ha tenido ya casi un año al frente de la administración departamental y toda la población costera está a la expectativa de cuándo va a comenzar a cumplir con la propuesta de campaña.
Como se dice, coloquialmente mucho tilín tilín y nada de paletas, para significar que muchas promesas y pocas realidades. Lo único que se conoce hasta ahora es la abultada contratación a través de intermediarios del Valle y una alta burocracia contratada.
La creación de un nuevo departamento generaría resistencia en los departamentos actuales, que perderían territorio, población y recursos. También se requeriría un amplio consenso político para reformar la división territorial, lo que podría complicar aun mas la violencia existente. Si se llegara a consolidar esta propuesta el nuevo departamento enfrentaría problemas de financiación porque solo contaría con las transferencias del gobierno nacional y no sería tan fácil consolidar fuentes de ingresos. Además, de la falta de infraestructura básica y la alta informalidad económica en esta área del pacifico nariñense y en el resto de los departamentos afectados dificultarían el desarrollo económico sostenible.
El proceso de reconfiguración territorial generara divisiones o tensiones entre las comunicaciones locales, especialmente si algunas sienten que se benefician menos que otras.
Esta división territorial con seguridad no abordara la corrupción, la falta de transparencia y la débil gobernabilidad que históricamente ha afectado la costa nariñense.
El aislamiento geográfico y las características de selva y costa dificultaría la integración territorial aumentando los costos de implementación de proyectos de infraestructura y haría más difícil la parte administrativa del territorio.
En conclusión, la creación de un nuevo departamento generaría diversos efectos negativos más que positivos. Riesgos de heredar las mismas prácticas de corrupción, mala gestión, burocracia e ineficiencias en la prestación de servicios públicos. Sin duda, habrá disputas donde se ubicaría la hipotética capital del nuevo departamento y el manejo de los recursos compartidos.
La creación de un nuevo departamento incrementaría los gastos para establecer infraestructura administrativa que llevaría a un drenaje financiero para el gobierno nacional. El hipotético departamento nacería con una economía vulnerable y dependería excesivamente de las transferencias del gobierno central, lo que limitara su autonomía fiscal. Tanto Buenaventura y Tumaco, como ciudades portuarias, generan mayores ingresos que otras áreas del posible departamento, lo que producirá tensiones entre regiones que perciban que los beneficios no se distribuyen equitativamente.
Además, de las diferencias culturales y territoriales entre las regiones podrían dificultar la cohesión social del hipotético departamento. Igualmente, la perdida de identidad regional que tienen dinámicas propias y tratar de integrarlas en una sola estructura administrativa generara resistencia o sensación de perdida de autonomía cultural. Esta zona es estratégica para el narcotráfico y otros negocios ilícitos.
Una nueva administración, con estructura gubernamental incipiente, tendría dificultad para enfrentar a los grupos armados ilegales. Un nuevo departamento en esta región seria interpretada por los violentos como oportunidad para aumentar su influencia en territorios más débiles institucionalmente.
Comentarios
Publicar un comentario